Juan y José son dos amigos de la infancia que se ven separados al continuar cada uno con su vida. Con el Atlántico de por medio ellos siguen en contacto hasta que, ya adultos, se vuelven a encontrar medio siglo después en el lugar donde solían reunirse de niños.
Con la debida distancia entre el Atlántico y las circunstancias que vivimos, esta es la historia de cada uno de nosotros y nuestros amigos. Es por eso que esta rola forma parte de la Banda Sonora de mi Vida.
Juan y José es el tercer sencillo del álbum "Utopía", producido en 1992, el disco número dieciséis en castellano del cantautor catalán. La letra y la música son de la autoría de Serrat y me gustan mucho porque con ellas, contando las acciones de los protagonistas describe la personalidad de cada uno y relata la fuerza de su amistad; así mismo, listando vegetación y fauna "pinta" de manera magistral, reforzándolo con el cambio de ritmo e instrumentación, la belleza y el encanto de América.
En lo personal esta rola me recuerda mucho a mis amigos (algunos de ellos ya compadres) ya que no nos vemos muy seguido y, muy en especial, a Mando quien hace tiempo se fue a otras tierras en donde ha fundado una hermosa familia y continuado con su vida. Cuando lo vuelvo a ver a él, o otro de mis amigos, continuamos la plática donde la dejamos y tomamos la guitarra para cantar la siguiente canción, como si continuáramos donde nos quedamos... "como si tal cosa...".
Cada que escucho esta rola me acuerdo de ellos y cuando me acuerdo de ellos, como en estos momentos, me da por escuchar esta rola...
JUAN Y JOSÉ
Letra y música: Joan Manuel Serrat
Juan y José
sentados contra el muro del frontón
hacían planes mientras reponían fuerzas.
Dudaban entre ir a la escuela o al río a pescar,
cuatro cangrejos para la merienda.
Nadie jamás
vio amigos más unidos que esos dos
vio amigos más unidos que esos dos
que a un tiempo descubrieron
el fuego del licor, el brillo del dinero,
el automóvil, el cine y la mujer.
el fuego del licor, el brillo del dinero,
el automóvil, el cine y la mujer.
Tibio era el Sol, ancha la mar
y el mundo aún por estrenar
A Juan y a José
se les acabó pronto la niñez
segada con la mies, pisada por los bueyes.
Y mientras José
tomaba los caminos de la mar
el otro le despidió desde el muelle.
el otro le despidió desde el muelle.
Del que se fue
llegaron cartas con olor a ron
cargadas de promesas
que Juan leía mientras ponían la mesa
y releía sin prisa en el café.
Caña dulce, mamey colorao,
verde la palma, blanca la garza,
con un ojo abierto, en la charca,
vigila el caimán.
Cómo puedes conformarte, Juan
con un solo cielo si hay toda una América
del otro lado del mar.
José viajó
de las Antillas a la Cruz del Sur,
Huaquero en Fundación, buhonero en la Puna,
cafisho en un quilombo flotante en el Paraná,
y con los años llegó a hacer fortuna.
Juan se quedó
trabajando la tierra y se casó
con su novia de siempre.
Después los años discurrieron mansamente...
Frío en invierno y en verano calor.
Tibio era el Sol los días que
llegaban cartas de José.
Juan y José
volvieron a encontrarse en el frontón
medio siglo después, y como si tal cosa
Juan preguntó: «¿A cuál le vas... azul o colorao...?»
y respondió el indiano: «Al que vaya a esa moza...
Qué cosas, Juan,
tanto rodar y estamos otra vez en donde lo dejamos...»
«Pero a ti, Pepe, que te quiten lo bailado...
Y gracias, Pepe, por llevarme a bailar.»
Caña dulce, mamey colorao.
Tú cabalgabas y yo iba a la grupa
en las largas tardes junto a la estufa del viejo café.
Con las alas de tus cartas, José,
atravesé todos los cielos de América contigo,
¡AMIGO!
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